- Linda mañana: los robles, fuertes y altos. El ganado, sano y vigoroso. Las abejas, enormes..
Nada era lo que parecía por aquellos días, pero cien millas a la redonda de la Carroca, Beorn mantenía las cosas en calma.
- Beonney, galopa hacia aquí, querida poney, tengo que hablar contigo. Hace unas noches acechaba cerca del río cuando me pareció oir cierto murmullo proveniente del vado. Investigué, pero sin resultados. Dime si se confirma mi sospecha, acaso falta algún caballo?
- Así es, amo Beorn. Nada le dijimos ya que Grimnney suele ausentarse por largos días, acompañando a su hijo en expediciones.
- Muy bien. Hablaré con Grimbeorn para saber si esto es cierto. Vuelve ahora a los establos y avisa que estén atentos, querida Beonny.
Sin embargo, una sospecha nacía en el corazón de Beorn, esa misma noche iría a las Montañas a sonsacarle información a algún infeliz trasgo: no sería la primera vez que estas odiosas criaturas robasen ganado para venderlo en Bree...